La poeta de origen británico fue un icono de libertad literatia, vital y sexual. Adoptó el francés como lengua y París como amparo. Rica y arruinada, excesiva y bohemia convirtió su vida en una obra de arte perecedera. Sufrió locamente tres amores y curó las heridas en libros de alcohol y ‘viajes’ de láudano. Olvidada, su poesía merece un nuevo rescate.
