¿Qué vemos cuando vemos arte?.- Eduardo Lastres

Ya ha empezado la nueva temporada expositiva, la inauguración de galerías, ferias de arte, y un año más comprobamos cómo las cosas no solamente no cambian sino que los mismos modelos de actuación se repiten en las diferentes ciudades españolas. Facebook ha puesto a nuestra disposición esta simultaneidad con la que rápidamente reconocemos estos modelos en cualquier punto de Valladolid, la Coruña, Murcia o Madrid. Las exposiciones son normalmente un encuentro de amigos y profesionales que buscan visualizar los análisis, las investigaciones, de otros artistas. En el fondo es como si el artista planteara un ejercicio gimnástico que hubiera estado ensayando durante meses, años, para, llegado el momento, desarrollarlo en público en una sola acción. Los galeristas y los responsables de los espacios expositivos intentan provocar en el espectador el deseo de que el encuentro con la obra de arte sea un momento irrepetible. Las obras van a permanecer allí estáticas para que sean contempladas generalmente durante meses, pero hay que alentar ese momento en el que todos quieren ver al artista delante de su nueva obra. El artista ha buscado mediante su trabajo, durante años, racionalizar sus ideas y ponerlas en práctica con esa forma tan poco convencional como es el ejercicio del arte. Y en la exposición al público de este trabajo, en unos pocos minutos, vamos a recibir de golpe todas esas conclusiones, un impacto que muy poca gente van a saber analizar y comprender en toda su riqueza de matices. No se le puede pedir al público el conocimiento suficiente como para analizar una obra que requiere de un gran esfuerzo y preparación. Así en ese impacto, el espectador inexperto en ese corto espacio tienen que averiguar qué sentido tienen sus formas, volúmenes…. Si comparamos la afición al arte con cualquier otra de tipo deportivo, por ejemplo, el futbol americano o el beisbol, deportes cuyas reglas desconocemos, veremos que este mismo desconocimiento nos impide disfrutar de una acción que hasta los espectadores americanos más simples pueden analizar en su total complejidad y juzgar una jugada en segundos.
Estamos siempre ante la misma cuestión que se repite desde el principio de los tiempos: ¿el público no experto está capacitado para ver el arte? Si no conoces las reglas del fútbol americano no te enteras de nada. Y aunque el arte visual tiene la capacidad de impactar, de impresionar, Van Gogh, por ejemplo, no impresionó, o solo lo hizo positivamente en algunos artistas y expertos que tenían la capacidad de entender lo que veían. El público lo rechazo de plano. El aduanero, Rousseau, un pintor torpe, ingenuo, si está en los museos es porque en su momento fue valorado por Picasso y considerado por los pintores. Luego su ingenuidad se ha convertido en un estilo, el naif.
Las desarmonías de los últimos cuartetos de Beethoven han estado ahí siempre, pero muy pocos las entendieron en su momento. Aunque si hoy la música contemporánea es como es, se debe a la influencia de estas y otras obras de investigación. El público pateó El Bolero de Ravel, tuvieron que pasar años para que se entendieran esa repetición en continuo crescendo.
Hay más de una verdad, ¿pero quién la ve, el entendido o el no entendido? Podemos concluir que solo el entendido con gran sensibilidad y sin prejuicios puede captar la innovación en una obra. En su momento la obra de Cezanne como la de Van Gogh, y la de muchos otros, fue rechazada tanto por el gran público como por una parte importante de la crítica. Sin embargo solo unos años después fue vanagloriada, porque alguien la supo percibir y analizar. Y desde entonces es considerada una de las cumbres de la pintura, el público mayoritario la acepta como tal y es capaz de disfrutarla porque hay mucha información para ello a su alcance, en museos, libros…. La valoración mayoritaria de la obra se da por contagio, tanto a favor como en contra. Cuando alguien, con un cierto reconocimiento, apoya una obra, expresa sus criterios, sus ideas, positivamente, sobre esa obra, esta elección, este apoyo explícito tiene una influencia en el público. Se produce una transmisión entre mentes, entre críticos, comisarios y público. Por qué hoy Van Gogh es aceptado por todo el mundo, porque la explicación o elección de los más entendidos ha promovido que se identifique su obra con los lenguajes contemporáneos que todos utilizamos consciente e inconscientemente, apreciando sus valores de modernidad que en su momento fueron vitales para construir las estéticas de nuestro siglo.
Debido al mayor acceso a la información de las últimas décadas, con mejores y más revistas de arte, ferias, galerías, certámenes y premios…, en nuestro país ha habido una eclosión, un mayor número de gente que se interesa por el arte. Todos los años salen nuevas generaciones de artistas de las facultades de Bellas Artes. Debemos pues, como una manera de crear una sociedad más preparada, alentar a esta sociedad para saber interpretar toda esta información.

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