Desde hace pocas semanas hasta final de junio, tendremos en el MUBAG una buena selección de la obra del pintor valenciano Ignacio Pinazo. Exposición organizada y promovida por el IVAM y el Consorcio de Museos de la Generalitat Valenciana. Siguiendo con una coherencia que es digna de alabar y de imitar, una sistemática dinámica expositiva de los autores valencianos que se consideran de interés. Entiéndase bien que esto no pretende ser una crítica negativa, ni siquiera irónica, todo lo contrario, es la certificación de una manera de actuar que Valencia realiza con sus artistas, y que considero acertada, es más, imprescindible, modélica. Ya la decisión tomada en la fundación del IVAM, de basar en este artista del XIX, con una exposición permanente de su obra, la creación de una colección de arte del XX, me parece una decisión importante y muy consecuente con una lectura del arte desde una ciudad como Valencia. Pinazo es valorado por los historiadores y críticos valencianos, al ubicarlo en el IVAM, como un artista de referencia de la modernidad y de su pasado cultural. Algunos incluso lo consideran más moderno y con una raíz pictórica más vitalista que la de Sorolla. Pero siguiendo esta coherencia, una de las posturas de estas instituciones valencianas, o comunitarias, pero con sede en Valencia, es exportar a las diferentes capitales de la Comunidad, con una asiduidad digna de mención, las exposiciones de estos artistas valencianos. En esta ocasión le ha tocado a Ignacio Pinazo, un artista costumbrista, que realizó su obra dentro de los cánones del final del XIX, siendo el género histórico uno de los que más cultivó. Pinazo realizó algunas de sus obras desde el punto de vista del impresionismo, y dentro de esa nueva tendencia, sobre todo en sus paisajes, se puede observar esa visión característica en la que la pincelada se hace corta, nerviosa, dibujando las formas con estimable destreza. Artista dotado, sin duda, habilidoso, se permite investigar, como pocos hicieron en su época, en la nueva percepción que plantearan los impresionistas franceses como Toulouse Lautrec.
Esto es lo que nos diferencia de la política cultural valenciana. Alicante, ciudad y provincia, no ha establecido ni el análisis ni la divulgación de sus autores, ni siquiera de Eusebio Sempere, que este año, se conmemora la fecha de su fallecimiento, después de treinta años. Sempere es un autor que vive en el MACA pero desde un silencio bastante evidente. La manera en que se debe tratar la obra de Eusebio Sempere es moviéndola por el mundo, dándole el suficiente corpus para que sea analizada, estudiada y sobre todo exportada a otros museos de España, del extranjero, realizando una verdadera promoción de su obra con constantes reivindicaciones por parte de los teóricos e historiadores y por los propios artistas que de alguna manera somos sus herederos directos. Toda sociedad culta sabe que sin esta tradición se llega a muy poco. Se suele cometer el error de asumir ciegamente una modernidad que por lo cercana debe ser cuestionada. Debemos atender a los autores y las obras que han sido verdaderos referentes de nuestra cultura plástica, como es el caso evidente de Emilio Varela, cuya obra duerme entre las diferentes instituciones alicantinas, o en las casas de los particulares que poseen gran parte de su obra. O Pérez Pizarro, uno de los primeros abstractos españoles, que sí tuvo en su momento una presencia en Valencia, integrante del grupo Parpalló, curiosamente con Eusebio Sempere, los dos alicantinos que, creo, sinceramente son dos de los artistas claves de la Comunidad Valenciana en la abstracción geométrica y en la abstracción lírica. Pero la lista es mayor: Manuel Baeza, Xavier soler, Juan Antonio Aguirre, Abad Miró…, otros grandes olvidados en nuestra sociedad alicantina y por lo tanto también en la sociedad valenciana. Ninguno de estos autores ha sido expuesto en la capital de la Comunidad Valenciana, siendo este un gesto que muestra la absoluta indiferencia hacia el arte hecho en esta provincia. Solo por razones estrictamente democráticas la presencia del arte alicantino en Valencia, Castellón, debería ser tan sistemática como lo es la exposición de los artistas valencianos en Alicante y Castellón, como un trato normal entre las instituciones y los museos.
Parece que el verdadero problema es la falta de estudio y análisis de los artistas alicantinos por parte de las instituciones. Pero no podemos culpar a Valencia, sin demandarnos a nosotros mismos responsabilidades, pues somos los primeros que debemos tener interés en estudiarlos, promoverlos, y luchar por darles la dimensión que merecen. En la actualidad no hemos sido capaces de poner en actualidad los nombres de la cultura plástica alicantina. ¿Debemos exigir a las instituciones valencianas este reconocimiento a nuestros artistas? ¿Quién debe, quién puede, promover las exposiciones de estos artistas alicantinos en Valencia?…. Algo que habrá que tenerlo en cuenta, si no queremos caer en esa negligencia que hace que seamos una sociedad, un provincia, culturalmente desconocida a nivel de la Comunidad Valenciana y por supuesto en el ámbito nacional.