Mirar hacia otro lado. – Eduardo Lastres

¿Alicante es una ciudad definitivamente perdida? ¿Carecemos de la voluntad para arreglar las cuestiones que nos atañen o simplemente las dejamos pasar, esperando que se arreglen solas o, mejor aún, olvidarnos de ellas?

No tenemos arreglo, ¿o sí, y yo me equivoco? La experiencia me dice que no. Si en todo un pasado de absentismo en la cosa pública nos hemos apartado de construir las vías para poder exigir a nuestros políticos cualquier tipo de cambio que consideráramos necesario, las ganas de hacer algo positivo que vemos en la gestión cultural actual nos está dando muestras de que todo puede ir a peor. Y creo, de verdad, que no es por una voluntad de hacer las cosas mal, qué va. Entre las posibilidades que nos ofrece la vida, elegir la que de verdad nos interesa es complicado, aunque, si lo importante es no errar en las cuestiones que son básicas para nuestro futuro, la primera operación es tratar de definir qué queremos para el presente pero, sobre todo, para el futuro de esta ciudad. Pero hasta el momento solo asistimos a ambigüedades por parte de nuestros políticos, no se aprecia una voluntad clara de arreglarlas.
Mi amigo Paco Seva, un hombre muy inteligente, nacido en la montaña, en Relleu, pero afincado con su familia en Alicante, cuando yo era pequeño, me enseñó canciones y dichos de esta tierra, a mí, que vengo de Sax y de la lejana Cuba. Dichos que nos hablan de una posición un tanto, o aparentemente, insolidaria, egoísta. “…me diguen manta, mal faener, faena fuch, che que lo meu es de algún atre, che que treballen, che…” – “ en esta tierra de sol, de perea en el paisatje el que no treballa es el rei, y que el treballa, un tonto…” Canciones que yo interpreté como una manifestación popular que venía más de la mente de un cachondo que de una realidad sobre nuestro temperamento. En la época de estas canciones primaba una sociedad rural con bastantes arraigos en la tradición más conservadora. Ya no somos una sociedad rural, somos una sociedad del siglo XXI, en la que lo que uno hace, o no hace, repercute en los demás.
Es evidente que existen ciudadanos, en esta ciudad, muy comprometidos, trabajadores y solidarios, pero hay una vertiente que se manifiesta, sino seguidora de esta interpretación popular de nuestro carácter, agotada, viendo la imposibilidad de torcer este rumbo. Digamos que una abulia se ha apoderado de nosotros, esto lo vemos con mucha claridad en el comportamiento de nuestras instituciones y responsables políticos. Pasamos olímpicamente de todo, aunque seamos conscientes de lo que tenemos que hacer, y renunciamos a ello por una no se sabe qué ley interna de inmovilidad. Y mira que nos importan las cosas, como a todos, pero hay algo que nos ata, ¿será el famoso menfotismo alicantino? Pero qué es el menfotismo. La palabra viene de la expresión valenciana “no m´hen fotis” como una respuesta negativa a cualquier propuesta inoportuna. ¿Pero es menfotismo la apatía que llevamos dentro, esa tendencia al pasotismo, a la comodidad e inapetencia? Si esto es cierto y parece que algo sí, estaríamos ante un muro de resistencia al cambio, a la modernidad, ante el mayor freno a muchas opciones y proyectos que se presentan en la ciudad. Pero, a pesar de todo, en Alicante se han acometido proyectos de verdadero calado como el del MARQ, sin dudarlo, nuestro proyecto estrella, el más interesante a nivel nacional, en el que Alicante sobresale y proyecta una imagen de modernidad y eficacia en la gestión. Sin embargo, ya no podemos negarlo, hay muchos proyectos que siguen anquilosados, sin definir, más aún, sin proyecto alguno que lo sustente. Como ocurre con nuestros museos, el MACA, el MUBAG, el MUA. Se sigue en esta indefinición, sin que al parecer a nadie le importe, aunque esta ineficacia la paguemos todos. La Universidad debería ser un soporte fundamental en la creación de proyectos culturales o ayudar a promoverlos. Aunque hace verdaderos esfuerzos en la Sede de Alicante, estos no se reflejan en una apertura mayor, más activa. No vemos a sus profesores, catedráticos, con una participación activa en la cuestión pública, en la gestión cultural de la ciudad, con la manifestación de un criterio exigente. Pocos profesores y menos alumnos se ven en eventos culturales, esto es un hecho, es muy raro verlos en exposiciones, debates. Algo que podría elevar el nivel cultural de esta ciudad. Todos somos responsables de que los museos de Alicante no tengan una mínima relevancia en la Comunidad. ¿Alguien podría decirnos por qué estos museos no tienen director/a, ni proyecto ni subvención que valga? Por qué la élite profesional pasa de estos “problemas”. Si los museos no funcionan como debieran, a quién hay que pedir responsabilidades. Primero a nuestros políticos. Que no están resolviendo los problemas de nuestra cultura. ¿Simplemente somos una ciudad turística sin más pretensiones? ¿Será verdad eso del menfotismo? Yo le llamo mirar hacia otro lado, esquivar las responsabilidades, negar el hecho de que, en la convivencia social, el individuo solo puede realizarse vitalmente con la realización de la sociedad al completo. Pero se nos ha enquistado el cuello, Alicante vive ya en permanente tortícolis de mirar para otro lado. Y esto marca la política y la gestión de nuestra cultura para el cambio y el progreso.

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