¿Hay motivos de felicidad con el año 2016? Debería explicar, para no confundir al personal, a qué felicidad me refiero. Concretamente, a la cultura, y, sobre todo a la cultura plástica en Alicante capital.
El balance no es muy bueno, yo diría que es pésimo, pues se han mantenido las peores rémoras que bloquean el desarrollo del arte y la cultura. A pesar de la voluntad de cambio, a pesar de las declaraciones explícitas de que todo se quería cambiar, o no se ha podido, o no se ha sabido, hacer. El cambio no ha llegado a la cultura. Sí, ha habido propósitos de hacerlo de otra manera, pero ya se sabe lo difícil que es cambiar las cosas, principalmente cuando no se tienen claros los presupuestos económicos, políticos o sociales. Aunque lo imprescindible es saber realmente qué es la cultura, para qué sirve, a quién va dirigida y cómo, para servir a la sociedad en su conjunto. Esto es tan importante como tener el dinero suficiente para una gestión cultural coherente. Ya hemos denunciado bastantes veces, a fuerza de ser cansinos, la escasez en lo económico, pero por mucho que se haya hablado, incluso, dándonos la razón, no han dado con la solución a este problema crucial. Sin dinero no se puede hacer cultura, ni siquiera una mínima cultura, una cultura que trascienda en nuestras vidas, que nos haga conocer nuestro entorno más inmediato, qué decir de una cultura que abra fronteras y sirva para darnos a conocer fuera. Así que estamos a la espera de que el político, se supone, tome la decisión apropiada para dar los pasos con los que poder cambiar la pobre y oscura deriva de nuestra cultura. Y estos pasos en la dirección apropiada requieren inteligencia, conocimiento y dinero para revitalizar a nuestros creadores. Durante el primer año del nuevo gobierno, hasta ahora, las exposiciones han estado a cargo de los propios artistas, casi todas ellas han sido posible por el voluntarismo de hacer cosas, a pesar de no contar con los medios necesarios, los dignos. Sí ya sé que se han dado algunos conciertos en los barrios, que se han prestado algunos espacios para la intervención urbana, incluso que han salido convocatorias públicas para las salas de exposiciones. Pero a coste de quién, y cuál es su trascendencia, mínima. Con todo, no basta con tratar de contentar a no se sabe qué segmento social, a no se sabe qué aspiraciones culturales de la gente. Tratando a la sociedad en parcelas, sectores, barrios. Todos somos sociedad. Esto hay que cuidarlo, pues qué pasa con la cultura que llena el espíritu sin distinciones de barrios, clases sociales, educación. Me refiero a la alta cultura, esta mal llamada cultura de élite, creo yo, que para sectorizar más la cosa. Esta cultura no es considerada seguramente porque todavía algunos se apegan a antiguos prejuicios y se enredan en la distinción de cultura de minorías o de mayorías. Gravísimo error, la alta cultura es la que exige del público, una mayor concentración y por ende un mayor esfuerzo, dinámica que se consigue simplemente con la oportunidad para ello. Lo malo es que Alicante ha quedado huérfana de estos eventos, con honrosas excepciones, sin duda.
Durante este año 2016 hemos asistido a grandes esfuerzos de colectivos de artistas y aficionados, algunos con resultados a tener en cuenta, pero que todos sabemos han pasado desapercibidos para el gran público. Clausurada la exposición se la olvida. Los espacios deben ganarse el prestigio, no se puede esperar que la ciudadanía, falta absolutamente de información, tenga la voluntad de ir a unos eventos sin la seguridad de encontrar algo que le interese. Hay que promocionar los espacios, atraer al público, mediante una gestión de mayor calado, que repercuta en los medios, televisión, radio, prensa… Hablar de estos eventos provocando el debate.
Estamos a la espera del recién creado consejo de cultura, constituido por votación popular, pero que ha puesto en evidencia algo muy profundo, la falta de coherencia entre sociedad civil y política. Unos representantes de la cultura que asesorarán aunque sin sueldo, sin capacidad decisoria, sobre no se sabe qué temas para la cultura, pues sin dinero hay muy pocos temas.
En fin, un año más seguimos sin estudiar a nuestros referentes históricos, poetas, novelistas, artistas plásticos, fotógrafos…. La sociedad desconoce quienes fueron los protagonistas de otras épocas, qué realizaron, qué aportaron a la modernidad que hoy vivimos. Es más, son menospreciados, asumiendo cualquier autor foráneo, sin una mínima contrastiva.
No podemos estar contentos de este 2016, la pregunta es si lo estaremos del 2017, todo apunta a que no, pero confiemos en lo imposible. Aunque para ello, el político debería mirar a lo que ocurre fuera de esta provincia y apercibirse de cómo las cosas se pueden hacer de otra manera, y no cerrarse en banda, creyendo que lo que hace es lo único posible. Hablen un poco más con la gente de la cultura, aunque no sean amigos, todos tiene algo que aportar, abran su mente a todas las sensibilidades y hagan ejercicio, sobre todo en estas fechas, de humildad, para tratar de mejorar con hechos no solo con palabras este Alicante tan deficitario en cultura. Como siempre, aconsejar que tomen nota de las actividades del MARQ, un ejemplo que no está lejos y es de primera línea. Les deseo un feliz 2017, a pesar de todo.