¡AY SANCHO! – Eduardo Lastres

¡Ay! Sancho, no te pongas malito, pues cuando enfermas, si además es del culito, te sientes el ser más insignificante que existe. Pues tu ya sabes de mis males, y de cuán enfermo torpe soy; que la enfermedad es la peor historia que puede acontecernos y que en manos de médicos y enfermeros, somos puro lobanillo, como mariposas en sus manos. Así que Sancho, cuídate mucho, pues tus hijos y tus nietos te necesitan más que yo, y a ellos, y por ellos debes permanecer saludable. Que, como dijo el buen sabio, -convenimos en cuidarnos para vivir muncho en la vida-.

por Eduardo Lastres

La exposición (El Personaje) – Eduardo Lastres

El día de la inauguración la sala estaba llena de gente, personas de todo tipo y condición, mayores o adultos, sobre todo, aunque también algunas parejas muy jóvenes que curioseaban por la amplia sala de exposiciones. En algún momento vi a una persona con una presencia y aspecto bastante peculiares. Un hombre alto y desgarbado, con barba, llevaba puesta una gorra, un tanto desvencijada, sobre su cabeza. Andaba por la sala como si estuviera solo, mirando detenidamente cada obra hasta que, en algún momento, se dirigió a mí. “Una maravillosa exposición, le doy la enhorabuena”. Se me quedó mirando sonriente, esperando que le hablara, o eso pensé yo. Continuar leyendo…

Isabel Rico en la Lonja – Eduardo Lastres

Iniciamos la tercera temporada de Arte Último 21 días, ciclo expositivo que venimos comisariando Guillermina Perales y yo mismo en la Lonja del Pescado de Alicante, con la propuesta fotográfica de Isabel Rico, una autora de honda formación tanto en la técnica analógica como en la moderna digital, que resuelve sus imágenes en una búsqueda más allá de la convención asumida en la fotografía, impregnada de los conceptos plásticos de la pintura. Continuar leyendo…

Conclusiones después de PHOTOALC – Eduardo Lastres

Terminado ya este Primer Encuentro Internacional de Fotografía, realizado en Alicante, podemos decir que ha marcado un antes y un después, no solo en cuanto a la presencia de la fotografía en los centros y galerías de arte de la ciudad, sino también en cuanto a su percepción como un registro artístico con múltiples posibilidades y campos de experimentación. Finalizado el evento, es un buen momento para reflexionar sobre las diferentes aportaciones de sus protagonistas. Algo que he intentado desarrollar en diferentes artículos en este diario, pero que es inabordable en este formato por la diversidad de los autores y espacios. En la conferencia que di en L´Espai, la relación de la fotografía y el concepto arte, planteé como la viven los artistas de diferentes disciplinas y profesionales de la fotografía a través de la revisión de este binomio, arte­fotografía. Continuar leyendo…

Arquitectura y Escultura – Eduardo Lastres

Entre las artes visibles en el espacio urbano, la arquitectura y la escultura constituyen la imagen de la sociedad ante la propia sociedad. A veces se olvida con demasiada facilidad que el registro visual que la sociedad deja en el exterior, en la calle, en el urbanismo, es el que prevalece para la mirada posterior, aunque en muchas ocasiones solo quede el documento fotográfico de un edificio, plaza, paseo o momento histórico. Las exposiciones del archivo fotográfico municipal o de colecciones particulares, sobre el Alicante antiguo, que se nos muestran en la Lonja con cierta asiduidad, nos remiten a esa construcción de urgencia y destrucción de ciudad, que no cumple los mínimos requisitos que significan el proceso intelectual y racional de cómo construimos nuestros espacios. Las ciudades españolas en la postguerra nos muestran nuestra historia, son el recuerdo viva de nuestros procesos sociales, incluso de la destrucción consciente de nuestra memoria. Continuar leyendo…

De cómo una Polaroid propició las pinturas de Altamira – Eduardo Lastres

Allá por los años sesenta, un grupo de investigadores de diferentes áreas de conocimiento dieron con la invención de la máquina del tiempo. Logro que se ocultó a la comunidad científica, pues no estaban seguros de las consecuencias de sus viajes a través de la historia de la humanidad. Una mañana la máquina del tiempo estaba a su disposición, y se sentían como esos frikies de las películas de ficción sobre máquinas del tiempo y regreso al futuro. Probaron a las afueras de la ciudad, los tres viajeros y el inventor se metieron en la dichosa máquina y pusieron rumbo hacia diez mil años antes de Cristo. A pesar de las contraindicaciones, uno de ellos logró esconder una cámara polaroid entre sus ropas. La tentación de documentar lo que ocurriera era muy fuerte. Al punto, la máquina del tiempo se puso a temblar y girar sobre si misma a gran velocidad y los cuatro amigos se quedaron como dormidos o perdidos en el espacio. Al despertar se encontraron en un paisaje inhóspito, desconocido, en el que sólo se divisaba naturaleza en un estado salvaje. Absolutamente admirados, recorrieron los alrededores, no se miraban ni hablaban entre ellos, hasta que repentinamente apareció un córvido de gran tamaño. Y el de la polaroid casi mecánicamente le sacó una foto. Continuar leyendo…